jueves, 7 de septiembre de 2017

Eres como eres


Eres como eres, Melania G. Mazzucco. Traducción de Xavier González Rovira. Anagrama. 228 páginas. 17,90 euros.


Una de las cosas con las que más disfrutamos los críticos literarios es con la oportunidad que tenemos de dar a conocer, de visibilizar, a autores y obras que, por unas razones u otras, no han tenido la difusión que merecen en nuestro país. Y en un momento literario en que abundan las novelas bien escritas pero insulsas, incluso bien estructuradas pero que carecen de alma, de corazón, de vísceras, esta ocasión de hablar por extenso de un libro que ha pasado de puntillas por los escaparates de nuestras librerías se convierte en un acto de reivindicación de una narrativa que recupere el gusto por contar historias, por construir personajes redondos, por defender valores, por hacernos cuestionar nuestro mundo y por criticar las costumbres nocivas. Porque la literatura, entre otros fines, sirve para eso: para mejorar la convivencia cuando está minada por los prejuicios, para exportar modelos con los que nos recozcamos, para proponer soluciones que nos permitan avanzar en la dirección correcta. Todo esto lo encontramos en Eres como eres, la última novela de una escritora italiana comprometida con su país, con su tiempo, y que posee unas dotes narrativas que la convierten en una autora excepcional.

Eres como eres está protagonizada por dos personajes extraordinariamente bien descritos y definidos, en las antípodas el uno del otro. Eva y Giose. Hija y padre. Ella es una cría de doce años a la que el destino primero (el accidente en moto de su padre biológico, Christian), y la familia después (los abuelos y el tío genéticos) arrancan de una vida sustentada en el amor de sus dos padres, en la libertad para desenvolverse por el mundo, o en el apego a la cultura como fuente de aprendizaje y de satisfacción. Él, por su parte, es un hombre maduro de sesenta y dos años, cuya vida carece de sentido muerta su pareja y alejado –contra su voluntad– de su hija. Y eso que Giose se había reinventado a sí mismo gracias a la paternidad. 
Compositor y cantante pop de éxito en los años 80, Yuma pasó de estrella juvenil –desafiante, rebelde y provocador– a músico maldito y acabado que vivió de sus antiguos temas hasta que el eco de lo que fue se extinguió y dejó de escucharse. El entusiasmo de su marido (un joven profesor universitario experto en las biografías de Jesucristo y Dyonius Exiguus –el monje que determinó nuestro actual calendario–) por compartir con él una familia y el nacimiento de la hija de ambos reconvertirían a Giose en un amantísimo padre entregado a su retoña, así como lo proveerían de la seguridad y confianza que la música le había negado. La muerte inesperada de Christian deja a los dos personajes, Giose y Eva, indefensos ante los mismos problemas: ambos pasan sus días sin amor, ambos se sienten culpables por no haber impedido que los separasen las leyes italianas y el fundamentalismo católico, ambos viven en una realidad mental paralela donde pasan las horas pensando el uno en el otro, sin que a nadie le importe ni lo repare. Esta historia sobre el amor, sobre lo que significa tener hijos, sobre las segundas oportunidades, sobre el azar, Melannia G. Mazzucco nos la narra in medias res, a partir del momento en que Eva decide tomar las riendas de su vida y escaparse de casa para buscar a su padre, retirado a un pueblo de montaña. A golpe de flash backs la escritora nos va informando de los antecedentes: quiénes son Giose y Christian, cómo es la familia de éste (adinerada, hipócrita, homófoba pese a las apariencias que hacían suponer lo contrario; y es que, no en vano, los Gagliardi pertenían a la diplomacia o eran directivos de bancos o dueños de importantes industrias), cuándo se conoció la pareja, de qué manera decidieron tener descendencia, cómo lo consiguieron… Estas analepsis, no obstante, no siguen un orden cronológico. Mazzucco nos narra lo que le apetece cuando le viene bien, nos deja con la intriga, responde a los preguntas que nos vamos haciendo cuando notamos que hay cosas que no sabemos. Tranquilos, parece que nos dice, ahora viene cuando os cuento lo que estáis esperando.

Esta escritora bucea hasta las simas de cada personaje. Sus descripciones psicológicas y físicas son detalladas. Nos pinta una Italia zarandeada por la crisis económica y por la intransigencia de sus élites; un país que, pese a lo obsoleto de su legislación, está cambiando en materia social, se esfuerza por romper el cascarón de la intolerancia y del conservadurismo, para acercarse al resto de Europa y convertirse de facto –y no sólo de palabra– en un verdadero estado democrático.

Eres como eres sorprende no tanto porque trate el tema de la –dificultosa– búsqueda de descendencia de una pareja que no puede concebirla, sino por la fantástica construcción de cada personaje (principales y secundarios) y por la lupa que posa sobre el mapa de su país para mostrarnos qué fuerzas lo gobiernan. La novela trona contra la injusticia que supone separar a un padre de su hija, y viceversa. Pero también es un canto a la conquista de la propia identidad y a lucha por aquello que se ama. En ese sentido, Eva sostiene a Giose, y no al revés.

Tras esta novela sólo cabe leer las siguientes de su autora. Sobre la mesa ya me espera Limbo. Melania G. Mazzucco es una de las grandes. Una voz que tiene mucho –y bueno– que decir.  


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