miércoles, 2 de septiembre de 2015

Padres, hijos y primates


Padres, hijos y primates. Jon Bilbao. Salto de Página. 176 páginas. 2011. 15´95 euros.


Cancún, gracias a las agencias de viaje y a sus sugestivas fotos de playas de agua cristalina y lujosos resorts con vistas al océano, se ha convertido en nuestro imaginario en el destino ideal para lunas de miel. Su nombre es sinónimo de lujo, de confort. De Paraíso de arena dorada, cocos, toboganes de agua con forma de pirámide azteca, cielos despejados y piscinas con barra libre. Imposible no ser feliz en semejante estampa caribeña, no sentir el hedonismo de los dioses, no creer que vives en la mítica Edad de Oro rodeado de mujeres y hombres tan puros e inmortales como tú. Pero, ¿qué pasaría si una serie de imprevistos amenazasen con reducir a esquirlas tu mundo de cristal? Jon Bilbao, en su novela Padres, hijos y primates (Salto de Página, 2011) indaga en las probables reacciones que experimentaría cualquiera de nosotros zarandeado por una oleada de infortunios en medio del Edén. El novelista asturiano despliega sobre el mapa de su obra la maquinaria bélica de ataque y destrucción de la tranquilidad: un simio, un suegro, un huracán, un éxodo, un encuentro fortuito con el hombre que te apartó de tu futuro en plena juventud. Con estos ingredientes, Bilbao analiza los cambios que se operan –o pueden operarse– en la personalidad humana. En principio, hay personas poco fiables, mentirosas y dehonestas con las que no es posible convivir. Y en oposición, las hay flexibles y de trato amable; son aquellas que allanan el camino de la vida, cuya presencia relaja y reconforta. Bilbao enfrenta en su obra a dos personajes pertenecientes a estas categorías: un viejo profesor de matemáticas y un antiguo alumno –un ingeniero al frente de una modesta empresa de aires acondicionados–, que pasan en Cancún sus vacaciones. El escritor se pregunta en su obra si sus rasgos de personalidad son inamovibles o pueden alterarse sometidos a cierta presión. La respuesta que ofrece a los lectores los mantendrá atornillados al libro hasta el desenlace. Padres, hijos y primates se caracteriza por un estilo sobrio, lacónico, pero eficaz y práctico. Lo relevante de la obra no descansa en la riqueza estética ni en el ideario ideológico; sino en la tensión psicológica, así como en el montaje de la novela, muy cinematográfico. Parece mentira que una obra tan buena como esta no se haya llevado todavía a la pantalla grande. El libro de Jon Bilbao es un escalofriante relato sobre la naturaleza humana, sus instintos y pasiones, sus monstruos y el deseo de exorcizarlos; materia suficiente como para que, interpretada por buenos actores, resultase una película magistral a propósito del poder y de la venganza.






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